El panadero se levanta antes que la luz del día porque tiene que fabricar lentamente las masas que conformarán sus panes. La luz se alza al compás de la masa que empieza a aumentar hasta
convertirse, gracias a sus manos, en una forma, textura y sabor que son únicos. Para cuando el día esté ya bien iniciado, la puerta del obrador se abrirá y el olor a pan recién hecho inundará toda la calle.
Bienvenido, ¿qué pan le apetece hoy, vecino?
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